domingo, 11 de diciembre de 2022

¡Te han hecho un artículo, Carlitos!

 

Yo sabía que iba a pasar, vosotros sabíais que iba a pasar así que mejor empezar cuánto antes, ¿no?

Ya estamos en Diciembre otra vez, han pasado casi 12 meses desde que escribí los artículos de Cortar por la Línea de Puntos y Steven Universe y aquí estamos. Debo ser sincero, mi vida no ha cambiado mucho durante éste último 2022. Sigo viviendo en la misma casa, sigo trabajando en lo mismo que trabajaba antes (sin relación con mis estudios), ni he tenido ningún cambio sustancial en mis relaciones sociales. Casi se podría decir que éste año me lo he tomado de descanso, ¿o no es así?

Ha sido el año de la terapia, el año de la reflexión y el intento de autocuidado a uno mismo. He hecho avances como persona si tenemos en cuenta de que soy capaz de pensar más en mí mismo y tener más confianza en mi persona, cosa que antes me faltaba. Y todo eso sin perder quién soy. He escrito un manuscrito literario, una obra de teatro, he participado en cortos, he actuado en escenarios... Pero no he tenido éxito en llevar a alguna parte la gran mayoría de ellas porque cuando vuelvo a mi casa sigo exactamente en la misma posición que hace un año.

Sigo teniendo dificultades para relacionarme con la gente, sigo siendo algo tímido, con problemas para mirar a la gente directamente a los ojos. No soy lo que se diría un "hombre de verdad"; mi vestuario se basa en llevar encima muchos colorines, no paro de comer chocolate y no tengo intención de dejarlo, veo dibujos infantiles, cualquiera me podría ganar en una pelea, no me gustan las discusiones... Si pasamos esas aptitudes a un personaje ficticio no sería más que un recurso cómico de una serie cuya personalidad se basaría en ser un flacucho asustadizo al que todo le sale mal.

En los últimos años se busca la normalización de otro tipo de hombre, uno que no tenga que ser agresivo, ni el más fuerte, ni el más imponente para sentirse a gusto consigo mismo. Mientras tanto en la ficción, pese a los esfuerzos de nuestra generación, seguimos teniendo muchas producciones donde éste tipo de personajes se exponen como muestra de debilidad.

Morty es un chico débil por preocuparse, Rick es el listo porque todo le da igual.

El caso de Rick y Morty viene a huevo, ya que al comienzo de la serie Morty es un adolescente impresionable que por tener miedo y no querer hacer daño a los demás es empujado mediante a todas las locuras que ve en el espacio a parecerse más a su abuelo con el paso de los episodios. Claro que existen ejemplos positivos de masculinidad en la ficción animada, pero en su mayoría se encuentran en productos infantiles. Si lo pensamos en frío, la mayoría de productos infantiles hacen hincapié en la importancia de respetar a los demás mientras que en la animación adulta suelen pasárselo por el forro.

Se supone que como persona adulta tienes el criterio suficiente para determinar lo que es una sátira y lo que no, pero viendo el impacto que han causado en la realidad comportamientos vistos en el propio Rick o en South Park me hace dudar sobre si realmente hemos desarrollado el pensamiento crítico tal y como deberíamos. Una de las principales diferencias existentes entre el contenido infantil y el adulto es que el infantil suele contar con figuras pedagogas y educativas que revisan el contenido. Y vaya que si se nota. 

En series como Pepper Ann de finales de los 90 teníamos lecciones avanzadas a su época sobre diversos temas sociales. Por ejemplo, la apropiación cultural en un episodio donde se hablaba sobre el daño que podían hacer los estereotipos ofensivos que aprendíamos a través de la cultura popular o el tomarse al pie de la letra que algún familiar lejano fuera de una tribu marginal cómo mínimo cinco o diez años antes de que el tema pasara al debate mainstream de los Estados Unidos. No fue hasta el año 2007 cuando Los Simpson hicieron un episodio con una temática similar. Y en South Park no se produjo hasta el año 2017 cuando lo hilaron con el debate estadounidense del Día de la Hispanidad.

A lo largo del tiempo he tenido dificultades para sentirme identificado con personajes masculinos de ficción. Por eso no es raro que a día de hoy me refugie en ejemplos de hombres más positivos y majos como Milo Kamalani de Pepper Ann o Steven Universe. Son amables, simpáticos, tranquilos... Aún así me faltaba algo. ¿Dónde queda mi parte nerviosa y ansiosa? Todo acompañado de una pizca de timidez que te impide hacer cosas básicas. Pensaba que me costaría más encontrar a un chico con estas características (dejando de lado a Shinji Ikari). Hasta que me topé con un niño llamado Carlitos.

Todos adoran al bueno de Carlitos, ¿o no es más que es pura fachada?

Desde pequeño mi único contacto con la franquicia de Peanuts (o para qué nos vamos a engañar, Snoopy) han sido las camisetas y los peluches del adorable perrito que no rompe un plato abrazando al pollito amarillo Emilio. Conocía a Carlitos por algunos chistes recurrentes de Los Simpson o Padre de Familia, pero más allá de eso creía que era un niño genérico que sólo estaba para vender muñecos de su perro. Todo eso cambió cuando vi por primera vez el especial de La Navidad de Carlitos.

Charles M. Schulz (o Sparky para los colegas) creó a Carlitos basándose en recuerdos de la infancia de su vecindario. Schulz era un muchacho cortado que no se relacionaba con mucha gente, estudiaba tanto en el cole hasta el punto en el que le tuvieron que adelantar un curso. Después de eso sus notas fueron cuesta abajo. Esa es la filosofía de Peanuts. Carlitos es un personaje que fracasa constantemente en las cosas que hace. No se le da bien jugar al béisbol, siempre pierde ante el equipo de la tomboy Peppermint Patty, nunca consigue llamar la atención de la pequeña pelirroja, cada vez que intenta volar una cometa sólo consigue arrastrarla por el suelo...

Pero su creador jamás pensó que Carlitos fuera un perdedor ya que pese a que pocas veces consiguiera hacer lo que quería no paraba de intentarlo una y otra vez. Es un personaje con un corazón de oro. En el especial navideño está preocupado porque no entiende el significado de la Navidad. Le preocupa lo materialista que se ha vuelto la sociedad ya que a su alrededor sólo ve como sus amigos esperan los regalos más convencionales. O no tanto, su hermana pequeña le pide a Papá Noel billetes de 10 y de 20 dólares porque según ella es lo que se merece. Y su amiga Sally se queja de que nunca le regalan lo que más desea en éste mundo, bienes inmuebles.

La imagen de arriba probablemente represente lo que conoces de Peanuts, la de abajo es la realidad de Peanuts.

Niños que hablan como niños con diseños simplistas e inocentes que mantienen conversaciones sobre el poco dinero que se quieren gastar en regalos de Navidad porque todo es demasiado caro o que van a un puesto callejero donde reciben terapia por el módico precio de cinco centavos por parte de la abusona del barrio porque tienen dilemas existencialistas. Todo acompañado de una suave y dulce melodía a piano que ya se ha vuelto insignia de la franquicia. No ha sido hasta un año después cuando me he puesto a ver más especiales de Snoopy y he podido apreciar su importancia en la cultura popular.

Matt Groening, por ejemplo, desde pequeño ha sido un fanático del humor adulto y la simpleza de Peanuts. Desde joven dibujaba con sus amigos a personajes de cómic que admiraban. Carlitos y su pandilla resultaban más fáciles de dibujar que a Batman o a Superman por su simpleza. Poco a poco sus dibujos fueron evolucionando hasta crear su propia tira llamada Life in a Hell (y sí, de ahí después vinieron Los Simpson). Al otro lado del charco un joven publicista japonés llamado Shigesato Itoi creó un videojuego que satirizaba la cultura americana llamado MOTHER (1989). Sus protagonistas eran niños con diseños simplistas ambientado en la América rural con algunos toques de ciencia ficción.

Cuando intentaron exportar el juego a los Estados Unidos tuvieron que cambiar algunos sprites en el proceso de localización por su parecido a personajes de Snoopy para evitar una posible demanda. Y la lista sigue, y sigue. Casi cualquier persona se puede sentir identificada con las inseguridades de Carlitos. La falta de seguridad en uno mismo es un sentimiento universal. Aunque parezca una broma tener a un personaje que va regularmente a terapia para hablar de como se siente (a pesar de que no dejen de ser niños pequeños) está ayudando a normalizar la salud mental. 

Pese a que en muchas ocasiones Lucy le pueda recriminar su forma de ser a Carlitos en los últimos años han querido hacer un mayor hincapié en sus cualidades. Recomiendo mucho el especial de fin de año de 2021, Por los viejos tiempos, en el que hablan por encima de cómo podemos ser más felices si nos marcamos expectativas más realistas. También ahonda en el personaje de Lucy al saber que su abuela no va a pasar las fiestas con ella y siente que no le quiere nadie. En ¿Por qué, Carlitos, por qué? (1990) una compañera de clase tiene leucemia y explican a los niños de forma didáctica el cáncer infantil. Desmitifican algunas creencias de la época como que el cáncer se puede contagiar o que lo puedes tener por haber hecho algo malo en tu vida.

Nunca es tarde para ser la persona que quieres ser.

O también Para mamá (y papá), con amor (2022) donde el personaje de Peppermint Patty se enfrenta al día de la madre sin tener madre y como la tristeza que siente por ello le hace rabiar cuando ve a sus amigos comprando cosas para sus madres. Debo admitir que no todos los especiales son igual de interesantes y divertidos, tened en cuenta que la mayoría son producto de los años 60, 70 u 80 y los ritmos de la televisión eran muy diferentes a los que estamos acostumbrados a día de hoy. Por ejemplo, me resulta incapaz ver cualquier cosa de Hanna Barbera en 2022. Aún así Snoopy consigue mantenerme enganchado.

Aunque no os voy a mentir, la mayoría de especiales suelen girar en torno a las relaciones amorosas de los niños. En el documental sobre Sparky llamado ¿Quién es Carlitos? (2021) podéis conocer más sobre la influencia de sus personajes en la sociedad estadounidense. Pero una cosa que me llamó la atención que mencionan es que Peanuts realmente trata sobre amores no correspondidos. Y es verdad, a cada niño le gusta alguien diferente y esa persona que le gusta rara vez les suele prestar atención. A Carlitos le gusta una niña sin nombre llamada la pequeña pelirroja, pero rara vez consigue hablar con ella. Paralelamente Marcia y Peppermint Patty tienen sentimientos por Carlitos, pero no les suele hacer mucho caso.

Esto viene parcialmente inspirado por las vivencias amorosas de su autor, que rara vez tuvo citas con chicas hasta bien pasada la adolescencia. Se enamoró perdidamente de una estudiante de artes con la que salió durante 3 años, la colmaba de regalos e incluso le pidió matrimonio. Pero ella estaba enamorada de otra persona y le rechazó. Sparky quedó marcado durante mucho tiempo por esto. Años después se casó, se divorció, se volvió a casar... Pero introdujo a la pequeña pelirroja como homenaje dentro de su universo y mantuvieron el contacto como amigos.

¡No te rindas Carlitos, nunca vas a crecer!


No sé si alguno de vosotros vais a tener las ganas o la energía de querer sentaros a ver especiales infantiles por Navidad, pero si sentís que las fiestas no van con vosotros, que no entendéis lo que significan u os sentís tristes os recomiendo pasaros estas fiestas por La Navidad de Carlitos. Si no os aburrís y no lo quitáis a la mitad de ahí os recomiendo ver lo que os vaya llamando la atención. Soy consciente de que Apple TV+ es una plataforma que poca gente tiene, y esto no es un motivo de peso para contratarla. Se supone que desde el 22 hasta el 25 de Diciembre se podrá ver gratis en la plataforma de la manzana. 

Pero si no, podéis buscar continuas ofertas que existen para tenerla durante varios meses gratis si sois nuevos suscriptores, o recibir un año gratuito si os compráis un nuevo dispositivo de Apple. Da algo de coraje cerrar un artículo que habla sobre Carlitos de forma tan consumista, ¿no os parece? Así que prefiero quedarme con el verdadero significado de la Navidad, que no son ni los regalos, ni el poder del amor. Si no el instinto de supervivencia que nos hace soñar con que en el futuro podremos formar nuestra propia familia rodeada de seres queridos donde no tendremos que escondernos debajo de la mesa cada vez que hagan un comentario político desacertado.

¡Mucho ánimo gente, y felices fiestas!