domingo, 19 de diciembre de 2021

Cortar por la línea de los complejos

Este artículo puede contener spoilers de "Cortar por la línea de puntos" de Netflix. Se ve en menos de dos horas. Os da tiempo de verla y volver aquí y echáis una tarde completita. Pero os aviso, coged pañuelos e id a ciegas a por ella.

¿Cuántas series y películas europeas veis al año? Creo que las puedo contar con la mano. Si sois gente joven medianamente friki lo más probable es que vayáis al cine sólo a ver pelis de superhéroes y /o blockbusters. Por mi parte consumo animación, algo más de "nicho" pero normalmente no salgo de Disney o Ghibli. Hay excepciones de producciones locales que son aclamadas por gente joven como Klaus debido a su éxito internacional pero con proyectos independientes o más pequeñitos nos está costando más superar esos complejos.

Desconozco el cine de animación europeo, lo admito. Tengo en mente el típico estereotipo que tenemos de animación rusa con complejas metáforas y experimentación pero no sé nombrar una peli que no salga de Tadeo Jones o algo excesivamente comercial. En el caso de la televisión países como Italia o Francia (sobre todo) producen muchos productos comerciales para el medio partiendo normalmente de cómics europeos o merchandising.

Ladybug, por ejemplo, es un fenómeno de masas y eso es indiscutible, pero sinceramente creo que su éxito viene más por la influencia asiática de la serie que la europea. Aunque no es el primer caso en el que hemos visto influencia del manganime en la animación francesa por el gran éxito y respeto por el medio que existe allí. En nuestro país es un público que tanto cadenas de televisión como distribuidores mayoritarios tradicionales dan por perdidos y acabamos relegados a distribuidoras minoritarias.

A mi parecer Ladybug no encaja con lo que busco en animación actualmente, más teniendo en cuenta los avances que hemos tenido en los últimos años. Donde se ha hablado abiertamente de salud mental, colectivo LGBT+ y tramas con un desarrollo más complejo del habitual con desarrollo de personajes en series de Disney, Netflix o CN debido a la evolución del consumo televisivo y a la existencia de fandoms con gente de todas las edades. No digo que la serie de los héroes de París no tenga de esto, si no que lo poco que he visto al respecto no me ha convencido.


Si tiene un futuro tan brillante por delante por algo será, ¿no?

Sin saberlo estaba a la caza de algún producto europeo que pudiera estar a la altura de la animación americana de los últimos años. Algo que conectara conmigo y me hiciera sentir y pensar cosas. De repente aparece una serie en Netflix que nadie sabe donde ha salido. En medio de una tormenta donde la gente estaba flipando por Arcane (aún la tengo pendiente) apareció una serie con diseños que parecían salidos de cómic europeo con un protagonista que parecía un chaval de la calle.

Con sólo ver los diseños ya piensas por donde va a tirar, al humor rancio de siempre, más teniendo un amigo imaginario armadillo que es perfecto para chistes, iba a por ella pensando que al menos me reiría. Pero para nada, te da patadas emocionales y mensajes cercanos que no paran hasta que te deja llorando en el suelo. 

Tenemos a un protagonista llamado Zero, un chaval en la treintena que no tiene demasiadas aspiraciones en la vida. Tenía un amor de la adolescencia llamado Alice que no salió demasiado bien ya que no era recíproco y su nerviosismo le impedía acercarse a ella causando situaciones donde no le puede contestar sus mensajes, coger sus llamadas o intercambiar más de dos palabras en persona debido a su ansiedad.

Zero es un chico creativo, algo cabezota y está siempre en las nubes. Se monta sus paranoias mentales y tiene concepciones de machito que la serie destruye y concluye en que son pensamientos sin fundamento que se basan en una masculinidad tóxica tradicional. Tenemos a Sarah, su mejor amiga de la infancia cuyo sueño es ser profesora pero trabaja en sitios no relacionados y da clases particulares para poder pagar su carrera. 

La serie muestra estereotipos y razonamientos rancios inculcados en la sociedad y cuenta como estos han afectado al protagonista de la serie debido a algunas concepciones absurdas que tiene.

Por último tenemos a Secco, amigo del prota también de la infancia y ambos son polos opuestos. Si una es preocupada y le gusta debatir, tiene amor por la educación y le gusta estudiar el otro es una persona totalmente pasota que sólo quiere helados y juega al póker por internet subsistiendo en base a eso. Y ni si quiera te lo presentan como un ejemplo positivo, todo lo contrario. Que pueda pagar la factura de la luz o el agua depende de las cartas que eche un desconocido en un juego online, es algo triste.

Desde el punto de vista de Zero la serie aprovecha para destruir algunas concepciones y estereotipos con los que nos podemos sentir identificados. Desde la idealización que tenemos por parte de profesores cuando sacamos buenas notas y posteriormente somos ninguneados cuando suspendemos culpabilizándonos con cosas del tipo "tú antes estudiabas más" o "qué ha pasado contigo, me has decepcionado" hasta el enchufismo que existe en el mercado laboral. La conclusión interesante que sacan del primer caso es que es liberador sentirse uno más y no vivir con una constante presión de cumplir expectativas.

En el caso del trabajo nos muestran como el protagonista es infeliz en todo lo que hace porque nada le llena así que hace como que echa currículums eternamente y no le llaman de ningún sitio, pero tampoco le haría feliz que lo hicieran. Lo que quería ser era dibujante. ¿Para qué trabajar si no vas a ser feliz? Para conseguir dinero, vale. Pero qué sentido tiene echar 8-10 horas al día de tu vida siendo infeliz. Pasas más tiempo quejándote de tu trabajo que disfrutando del ocio.

Es algo que me he replanteado varias veces, y esto ya me lo dijo una amiga, y tenía razón. No estoy contento con la concepción de trabajo que tenemos. No estoy contento con no poder vivir de lo que me gusta. Ni estoy contento de tener una constante presión por trabajar en cualquier sitio donde me van a tratar mal y sentirme útil en la sociedad por ello. ¿No tenemos otras opciones en esta vida?


La eterna frase de "estoy echando currículums" buscando trabajos en los que no vas a ser feliz.

Al igual que Zero me siento identificado con el perfil artístico. Me gusta editar vídeos, escribir, actuar... cosas que no puedo hacer porque otras ocupaciones de mi vida (incluyendo trabajo) me tienen agotado mentalmente y encima me siento culpable por tener días en los que no hago nada porque los necesito. Y ojo, con esto no quiero decir lo típico de "si te gusta no es un trabajo". 

Lo ideal es tener un equilibrio sano entre trabajo y vida personal donde puedas pasar tiempo con tus seres queridos, dedicar tiempo a tus hobbies o simplemente a una tarde de mantita, tirmas y Netflix. Por desgracia para poder subsistir con profesiones artísticas lo normal para el 90% de los casos es echar horas a tutiplén con la excusa de que es tu pasión y culparte de que tú querías esto. Y que por muchas horas que trabajes no vas a rendir más, si no al contrario. Si estás agotado no eres productivo, aunque te fuerces lo que haces normalmente en 2 horas si estás cansado tardas el doble o más.

La otra cara de la moneda es el caso de su crush, Alice. Siguió estudiando para evitar entrar en el mercado laboral ya que le gustaba estudiar y no tenía tan clara su motivación como profesora. Intentó irse a una ciudad grande para trabajar, que es lo que suelen decir que da éxito. Pero fracasó, no cumplió con las expectativas y volvió a su pueblo frustrada. Al final Zero empezó a dar clases particulares como Alice y su amiga Sarah. Creía que hacía algo muy honrado pero no se le daba nada bien.

Creó buena relación con algunos alumnos y vio como algunas cosas de sí mismo influenció a esos niños por ver una figura joven que podían ver como un hermano mayor. Pero seguía sin ser lo suyo y lo acabó dejando. Después consiguió trabajo de lo que quería, de dibujante y pudo mudarse a un piso propio para él sólo. Alice le dejó de gustar (mentira) y pasó página, antes de irse de la ciudad le llamó para hablar con él pero recobró el agobio que tenía y tardó en contestarle. Posteriormente ya no le mencionó nada al respecto de lo que quería contarle.


Abrazos que te quitan el aliento.

Alice llevaba años en una relación tóxica con un maltratador. Cortaban y volvían todo el rato. Ella siempre justificaba sus actos pero acababa llorando con sus amigos del asunto. Al final dejaron de tomarla en serio porque acabaron en un bucle y ella no quería salir de ahí. Como dicen en la serie, si no quiere ser ayudada poco más pueden hacer. Una noche de madrugada llamó a Zero para decirle que esta vez se había terminado de verdad y fue a su casa para consolarla.

Se abrazaron y Alice intentó besar a Zero pero éste se echó atrás. Seguro que más de uno ha pensado que era tonto, pero no, probablemente con una persona que no se encuentra bien mentalmente es normal pensar que te estás aprovechando de una situación delicada y es mejor evitarlo. Además, que seguía teniendo sentimientos por ella y pensaba que ella no sentía nada por él.

Esta escena tiene un transcurso muy humano y natural, hasta la salida de su cuerpo del espíritu de Zero pensando que no sabe lo que decir es bastante identificable, porque son situaciones complejas y difíciles que no sabemos sobrellevar. Durante la mayoría de la serie vemos que Zero, Secco y Sarah van de viaje a un sitio pero no sabemos cuál es. Todo esto mientras que el dibujante cuenta anécdotas de su vida e interactúa con el armadillo de su subconsciente con el que trata sus complejos y representa su ansiedad.

Cuando llegan al destino se reúnen con un par de ancianos y duermen en su casa. Secco y Zero duermen juntos en un cuarto, Alice en otro. Cuando Zero le menciona lo incómodo que es dormir ahí su amigo le dice "al menos no estás durmiendo en el cuarto de un muerto", tenemos un plano de la puerta en el que está escrito "Alice" y termina el penúltimo episodio. 


El viaje de tren más deprimente es sobrellevado en la serie con chistes sobre el aire acondicionado.

El error que cometemos muchos a la hora de tratar el suicidio de una persona es buscar una respuesta única y sencilla. Y la serie machaca con esto. Cuando vemos otra gente desde el exterior creemos que sus vidas son perfectas y que son felices por tener amigos, pareja y/o trabajo pero no nos hacemos ni idea de la de folios desordenados que puede tener cada uno debajo de su ser, y esto lo dice el propio Zero en un capítulo.

Nadie es simple, nadie se entiende a la perfección ni de forma sencilla. ¿Fue la relación abusiva, fue la imposibilidad de cumplir con expectativas de tener una vida plena y satisfactoria, fueron otras cosas? Y la serie responde a esto diciendo que ni lo entendemos ni lo vamos a entender, y tienen razón. Pueden ser razones muy complejas que ni esas mismas personas entienden. 

Cuando hablan de su juventud y de como fue su enchochamiento con ella, Sarah le dice que Alice hizo esfuerzos para acercarse a él porque le atraía. Tenemos una perspectiva totalmente diferente de la historia donde vemos como Zero no se ha dado cuenta o no se ha dejado llevar por sus propuestas debido a la ansiedad que sentía de estar cerca de ella. 

Se comienza a culpabilizar de su suicidio y empieza a hiperventilar. Le dan una torta y de repente todos los personajes tienen voces diferentes, Zero ha salido de su subconsciente y aprendemos cosas que él no sabía. Él estuvo con ella para apoyarla y hacerle sentir mejor, disfrutaron de muchos momentos juntos durante todos los años que se conocieron, no hizo nada malo ni fue responsable de su suicidio.

Y encima nos enteramos de que es lesbiana porque intentó tirarle caña antes de presentársela a Zero pero no le dio bola.

Ver esta serie ha sido algo casi terapéutico, claro que te deja mal cuerpo pero es muy satisfactorio ver una serie que rompe con estereotipos, que planta cara a nuestras tradiciones y que te entiende y te da un abrazo. Una serie para la generación que tiene que hacer malabares con los trabajos para poder vivir en un piso enano y estudiar. Una generación cuyos sentimientos y problemas psicológicos son ignorados a nivel social y sólo unos privilegiados nos podemos permitir tratarlos.

Una generación que está obligada a conformarse con lo que pilla sin rechistar porque "al menos tienes trabajo". Y trata el suicidio de forma natural, como una cosa más que pasa en la vida donde lo último que hay que hacer es buscar respuestas donde no las hay. Todo sin restarle importancia a la gravedad del asunto. Al final de la serie te dejan un número al que llamar si lo necesitas para tratarte.

La salud mental algún día será gratuita y accesible para todos porque todos estos complejos arrastrados, expectativas, ansiedad, nerviosismo acabarán explotando por algún lado y no se toma en serio hasta que es demasiado tarde. Por cuántas pandemias o gritos degradantes en el congreso de los diputados tenemos que pasar hasta que se comience a tomar en serio la salud mental y el bienestar personal.

Los profesionales son los primeros que te dicen que te olvides de lazos familiares, convencionalismos sociales y mitos para expresar libremente tus sentimientos. Y es algo tranquilizante. Mientras tanto podemos tener series que hablen abiertamente de estos temas para no sentirnos tan solos e incomprendidos, y quién sabe, a lo mejor alguna persona se anima a ir a terapia y todo tras verla.


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