jueves, 25 de mayo de 2017

Crónicas de un teatrero adolescente


Después de unas intensas semanas con diversas actividades como hacer como que estudio e intentar aprobar como podía las diferentes asignaturas que tengo al límite hay dos espacios a la semana dónde me puedo olvidar de todo eso y ser una persona totalmente diferente, el teatro.


Aquí no hay problemas de exámenes, ejercicios ni problemas de instituto, sólo un grupo de compañeros pasándoselo bien, encarnando diferentes y extravagantes personalidades, desde un tío que se acuesta con una mesa hasta una profesora de Zumba que se hace pasar por mujer para engañar al marido, todo es válido en los sketches. Pero llega un día, el día más importante del curso, se asignan papeles para una obra que está escribiendo mi profesor, con el nombre de "La Parada", esta obra cuenta como coinciden un grupo de personajes con personalidades opuestas y exageradas y se centra en la interactuación entre ellos con sus propios problemas e inquietudes. Al menda, por ejemplo, le asignaron el papel de un tal Dieguito, siendo este un sujeto con desequilibrio mental que tiene unas líneas muy buenas y permite jugar mucho con el debido a su extrema locura.

Yo no me veía capaz de poder aprenderme un texto entero de más de 20 hojas para el día de la obra, no era capaz de aprenderme un tema de un libro, menos capaz me veía de soltarlo en un escenario, y más, sin saber si iba a ser capaz de salir al escenario porque mi primera actuación fue de menos de 5 minutos y encima me costó un mes aprenderme una sencilla forma de andar con los pies, en esta ocasión sin embargo, era más de una hora en el escenario y tenía que darlo todo o nada, ya que un momento en blanco se puede cargar la atmósfera total de una obra de teatro. Pero me lo propuse, en primer lugar tenía que actuar en pijama así que podía estar cómodo andando en zapatillas por el escenario, vamos, y resulta que si tenía alguna pausa repentina hasta podía favorecer a mi personaje debido a sus desequilibrios mentales.

Pasaron los ensayos, y le fue cogiendo gustillo al Dieguito este (también es que me parecía a el así que eso facilitaba mi labor), sabía gritar, sabía cambiar de tono rápidamente, los movimientos bruscos del personaje me salían bien y ya cada vez tenía menos dudas de mi capacidad interpretativa, y aunque seguía teniendo miedo del condenado escenario, saber que saldría con mis compañeros y algunos de mis mejores amigos, la verdad es que eso me tranquilizaba bastante, y lo mejor, se me iban quedando las frases, y eso que Dieguito no tenía demasiadas intervenciones, pero las que tenía el pobre eran tochacos donde hablaba sobre su gran maestro de Marte o el final de la existencia de la raza humana, entre esto, un Cubano huevón y su pareja que siempre le regaña, un testigo de Jehová ligón, una pija de papá, un gótico en busca de su amor y más personajes excéntricos creaba un reparto bastante diverso que le daba vidilla a nuestro pequeño proyecto.

Llegó el momento, la semana antes de la obra... y algunos aún no se sabían el texto, lo admito, yo hasta casi la última semana estuve con texto en mano debido a que no me aprendía mis últimas frases, pero como excusa diré que el menda tenía unas frases bastante larguillas y una en concreto sobre la comida vegetariana que tenía que recitar en tiempo récord, mi profesor vió en un ensayo final un nível bastante bajo, y estuvo decepcionado con nosotros, algunos de mis compañeros se sintieron decepcionados consigo mismos, y el señor Cubano tuvo la voluntad un poco por los suelos, pero creedme, él es un actorazo y no tenía culpa, yo no tenía muy claro si se refería a mí en algo, aunque por suerte estas cosas no suelen afectarme demasiado, por suerte (o por esfuerzo como dice una amiga mía), el día siguiente salió un ensayo bastante mejor, y mi profesor estaba bastante contento con el resultado, hasta metimos una pequeña canción al final para homenajear el mundo del teatro.

La hora de la verdad, 17 de Mayo, el día de la obra, salí corriendo del insti con mis amigos (emocionados y con miedo al mismo tiempo), fuimos al teatro dónde actuábamos dónde ahí esperaba una amiga nuestra maquilladora que nos pudo salvar maquillándonos a todos con un enorme esfuerzo y dedicación (María es una crack), la prima del Cubano (Sabrosón) que nos sacó fotos con una cámara profesional, y no sé por qué, una mesa con chocolate y agua ya que decían que era lo mejor para actuar, las horas antes del espectáculo son lo peor, es todo la incertidumbre, miles de dudas y miles de formas de pifiarla, aunque yo me puse a gritar y dar vueltas como un estúpido, y a tocar mi flauta, ya que tenía que tocar el Titánic con ella (sí, en serio).

Se subió el telón y todo fue genial, sin ver las caras a nadie y se nos pasó rápidísimo, el miedo se disipó como el agua que alguna vez cayó en Fuengirola por las nulas lluvias que hubieron hace meses, y tras salir muchos profesores, padres y compañeros nos felicitaron por nuestro trabajo, expresarme ahí arriba me hizo sentir genial, y pasarlo genial con mis compañeros fue una de las mejores experiencias de mi vida, gracias por todo, compis y amiguis, y no os rompáis una pierna.


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